Cuando nacemos nuestros movimientos están comandados en su mayoría por reflejos, los que no ayudaran a sobrevivir en nuestra primera etapa de vida, estos son de origen sub-cortical o medular. Los denominados reflejos arcaicos son útiles en su debido momento y luego deberán integrarse a un engranaje motriz más complejo, dando paso a la aparición de los reflejos posturales o motricidad innata del niño/a. Esta motricidad esta comandado por un nivel superior, por el cerebro.
Cuando los reflejos arcaicos o primitivos no se integran se presentan en el niño/a movimientos parasitarios, que son una barrera para el desarrollo de los reflejos posturales, la motricidad innata y desarrollo sensorial y cognitivo. ¿Esto por qué? Porque el desarrollo se da en una vía ascendente y al estar ocupada esta vía por los reflejos arcaicos no permite el paso de nueva información.
La no integración, reaparición o desintegración de estos reflejos se puede dar en el niño en el adulto, producto de emociones fuertes, cambios bruscos en el estilo de vida o situaciones y recuerdos del pasado que conllevan a una alteración emocional.
La integración de los reflejos arcaicos se logra con una sencilla pero eficaz terapia, en la cual se deben realizar una serie de actividades diarias, las cuales se indicarán a cada paciente de acurdo a los reflejos que se deban integrar. Esta metodología fue creada en Europa, hay muchas investigaciones que han llevado a utilizarla en varios campos como para el tratamiento del Síndrome de Deficiencia Postural, o el tratamiento de trastornos de la atención e hiperactividad y el autismo.
Las primeras 4 sesiones se realizan con un intervalo de 7 días y luego se realiza un seguimiento de 1 sesión mensual las cuales se irán complementando con nuevas actividades.